La risa es sana (o no)

(22/10/2014).- AGS
risaAndaba yo escuchando, en mala hora, el boletín de noticias de esta mañana en una emisora que no viene al caso. Las noticias parecían sacadas de una mala sit-comedy americana. ¿Era creíble lo que escuchaban mis oídos?. Al parecer, la Consellera de Educación de la Generalitat Valenciana, María José Català, se ha declarado incompetente en la gestión de becas, comedor escolar y calendario lectivo. No se asusten, no ha confesado su ineptitud para bregar con ninguna de éstas áreas, sólo se refería a que, entre sus funciones, no se incluyen las de gestionar esos asuntos (http://goo.gl/EXGARl). Y así lo ha hecho saber la Dirección General de Innovación de Política Lingüística, mediante un informe con la firma digitalizada de Catalá, al Síndic de Greuges (o Síndico de Agravios, para los castellanohablantes), que le trasladaba las quejas de la comunidad docente en diversos aspectos del inicio del curso, tales como los que se mencionan. Echar balones fuera y sacudirse responsabilidades es lo que más les gusta a estos políticos que nos gobiernan hoy, por lo que puede verse.
No me inquieta, sin embargo, lo más mínimo, después de haber escuchado otra cosa en el mismo informativo. Se trata de la carcajada y las risotadas escépticas y burlescas que dedicaron los Diputados del Partido Popular al nuevo líder socialista, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados cuando, durante el debate sobre los presupuestos para 2015, mencionó la pobreza infantil.
La risa, la carcajada, incluso, es sin duda saludable las más de las ocasiones y tal vez deberían practicarla más Sus Señorías. Pero el PP, que parece equivocarlo todo y mucho más a menudo de lo que nos gustaría, equivocó, otra vez, el momento.
Combatir-la-pobrezael-consejo-que-la-Cepal-le-da-a-México-para-lograrlo

¿De qué se ríen los Diputados del PP?. No era, sospecho, de lo mal que le quedaba la chaqueta al líder socialista ni de lo poco que combinaba con ella la corbata. El primer impacto ya había pasado y tampoco creo que fuera para tanto. Entonces ¿acaso se reían del contenido de su mensaje? ¿Es risible para estos señores (llamémosles así), que un político se preocupe por el hambre de los niños? O, lo que sería peor aún: ¿les resulta divertido que existan niños pobres y por eso lo celebran con algarabía y aspaviento?
Que alguien ría porque un político se preocupe por la infancia es execrable. Que ría porque un niño pasa hambre es propio de una mente sádica a la que produce regocijo la desgracia ajena, o de un psicópata, que carece de una empatía que, los últimos estudios, prueban que tienen hasta los primates no racionales. Que, además, quien ríe sea otro político, cuyo deber es, precisamente, proteger del hambre y de la pobreza a las familias es, sencillamente, demencial. La imagen ofrecida ayer en el parlamento por los miembros del PP (y si hubo algún otro político de otras siglas, por favor considérese citado) me produce rabia, desprecio, antipatía y humillación. Me ofende y me hiere como ciudadano y como persona y me provoca un profundo sentimiento de impotencia por no poder desalojar a estos mercaderes del templo de la Política, con mayúscula.
Tal vez crean que no hay ya, en España, niños que pasan hambre. Si es así, les invito a leer (les aseguro que el ejercicio intelectual no va a desecar más sus cerebros, no se preocupen, señores diputados, que eso son mitos cervantinos), el último Informe de Cáritas Europa, de finales de marzo de 2014, en el que se asegura que España es el segundo país de la Unión Europea (UE) con el mayor índice de pobreza infantil, superado solo por Rumanía. Dice, también, que en España, el riesgo de pobreza entre los niños menores de 18 años se situó en 2012 en el 29,9%, casi nueve puntos por encima de la media de la UE. Asegura que, en apenas dos años, entre 2011 a 2012, la tasa de pobreza en este sector de población aumentó del 15,6% al 19,4% ( http://goo.gl/IJUJ6M )
Pienso, y se me revuelve el estómago, que a estos mequetrefes que manejan el poder que les dejamos en prenda (no lo olvidemos, en democracia el poder es del pueblo, aunque ahora alguien me llamará demagogo), les estamos pagando un sueldo varias veces el de usted, y el mío, para que se mofen de nosotros y de cuantos niños o adultos están sufriendo la situación de crisis que sus “mercados” han fomentado. Les piden soluciones y se ríen. Le hablan de pobreza y a ellos, con sus buches llenos de manjares y opulencia previos a un café de ochenta céntimos en el bar del Congreso, les entra la risa.

¡Ande yo caliente!, que dijo Góngora.

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