¡No me vais a fotografiar más!

Pantoja cárcelLos famosos, ya se sabe, algunas veces están al borde de un ataque de nervios. Viven con tanto estrés y tan continuamente expuestos a los periodistas y otra gente de mal vivir… ¡Los pobres! Es normal que, de tanto en tanto, pierdan los estribos y manden a la mierda al paparazzi de turno que se pasa la vida violando su intimidad o que la ira (siempre justificadísima y momentánea) les lleve a estrellar alguna que otra cámara contra el suelo al grito de ¡NO ME VAIS A GRABAR MÁS!. Preguntémonos qué haríamos nosotros en esos casos, cuando no puedes salir de casa sin encontrarte una cámara o ir a inaugurar un aeropuerto peatonal sin que te puedas librar de los insidiosos periodistas. Eso no está pagado ni aunque tu amigo Antonio, el del Bar Cenas, te guarde en un sobrecito, cinco veces el gordo de la Navidad.

Nosotros, seres sin corazón, les exigimos demasiado.

Tal vez sea por eso que los Servicios Centrales de Prisiones, recibiendo órdenes más altas y más caritativas que las que emanan del insensible populacho en su irredento afán de que reyes y labriegos sean tratados por igual, ha decidido suprimir las fotos de las fichas de prisión de Isabel Pantoja y de Carlos Fabra, en una «estupefactante» asimilación del «Hola» al registro de penados. La primera llegó a hacerse, pero no figura; la segunda, la del insuperable  ex-presidente y mejor abuelo, se disparó directamente al suelo, como si se le hubiera perdonado la vida en un fusilamiento (o camaramiento) o en una moderna revisión del cuento de Blancanieves, donde el fotógrafo es el cazador y Fabra la inocente Princesita Disney. Eso es lo que figura en su lugar. La foto de un ladrillo.

carlos-fabra-1417450066521Dicen en prisiones que se ha hecho esto (leemos nosotros, se ha incumplido adrede La Ley Orgánica de Prisiones y la circular 5/2007), por miedo a las filtraciones a esos indeseables buitres de la prensa (los calificativos son nuestros). Todo aclarado. Podemos descansar ahora. Alguien con corazón ha decidido, en estas fecha tan entrañables, que diría el Rey Papá, incumplir una ley, sí, cometer prevaricación, sí, violar el derecho que ampara la constitución de que todos (salvo el Rey) seamos iguales ante la ley, sí, pero todo por la noble y caritativa causa de salvar a dos condenados del escarnio público.

Es justo esto lo que me hace sentirme orgulloso de esta madurez democrática que tiene mi país. ¡Benditos sean!